A Rodríguez de la fuente
me gustaba mucho oírlo
cuando daba sus mensajes
al gavilán, la paloma y al mirlo.
En sus días felices
que fueron muchos
encontró a un gavilán
muy malherido.
Se lo llevó a su casa
con sus cuidados
a las cuatro semanas
ya estaba sano.
Como él decía
me da igual
curar a un gavilán
que a un zorro
que a un chacal
para mí eran todos igual.
También de divertía
con los perros
que eran los que a él
más le quitaban el sueño.
Con las anacondas
se entretenía
unas serpientes grandes
que adormecía
y así las manejaba
con maestría.
Estas serpientes
con la fuerza que tienen
no hay quien se escape
pues tienen unos dientes
como alicates.
Y si te cogen bien cogido
no hay quien te saque
la mano de sus colmillos.
Cuando se fueron a Alaska
todos iban muy contentos
y al llegar allí encontraron
unos cuerpos destrozados
sin vida y sin poder reconocerlos.
Félix fue el primero en salir
para darles sepultura
a esos seres irreconocibles.
Después se marcharon
para ver lo que podían hacer
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario