miércoles, 9 de julio de 2008

Félix Rodríguez de la Fuente

A Rodríguez de la fuente
me gustaba mucho oírlo
cuando daba sus mensajes
al gavilán, la paloma y al mirlo.

En sus días felices
que fueron muchos
encontró a un gavilán
muy malherido.

Se lo llevó a su casa
con sus cuidados
a las cuatro semanas
ya estaba sano.

Como él decía
me da igual
curar a un gavilán
que a un zorro
que a un chacal
para mí eran todos igual.

También de divertía
con los perros
que eran los que a él
más le quitaban el sueño.

Con las anacondas
se entretenía
unas serpientes grandes
que adormecía
y así las manejaba
con maestría.

Estas serpientes
con la fuerza que tienen
no hay quien se escape
pues tienen unos dientes
como alicates.

Y si te cogen bien cogido
no hay quien te saque
la mano de sus colmillos.

Cuando se fueron a Alaska
todos iban muy contentos
y al llegar allí encontraron
unos cuerpos destrozados
sin vida y sin poder reconocerlos.

Félix fue el primero en salir
para darles sepultura
a esos seres irreconocibles.

Después se marcharon
para ver lo que podían hacer

No hay comentarios: