A Rodríguez de la Fuente
yo lo amé con gran cariño,
pues era un hombre valiente
y también muy atrevido.
A él le gustaba observar
a todos los animales protegidos,
y también a las rapaces
en sus propios nidos.
A los lobos, tan hambrientos,
que éste bien vigilaba
para darles alimento
(y también para tenerlos contentos).
A las aves en cuestión
al gavilán palomero
a la grulla, al cernícalo y al cuervo.
También se puso a observar
a la cigüeña, al águila real,
y al mochuelo.
De todos estos animales
que él iba descubriendo
poco a poco en sus cacerías
guardaba siempre algún secreto.
Se me pasaba por alto
haberme ido sin mencionar
al quebrantahuesos, a la jineta,
al ruiseñor y al jilguero.
La urraca, que también acudía
a comer de los despojos
de los carroñeros.
Y sin más preámbulos me despido
de ustedes, sonriendo para todos.
sábado, 30 de octubre de 2010
sábado, 23 de octubre de 2010
La luna
Cuando sale la luna
a la alborada
allí la espero atenta con mi mirada,
y en mi ventana
allí me quedo ausente para observarla.
Yo, enamorada sólo por verla
me quedo atenta y emocionada
y ella, agradecida,
me refleja sus rayos con alegría.
Así es la vida,
que hasta los rayos lunares
tienen hoy vida.
Vida muy larga y muy serena
que con su recorrido
hacen carrera.
Carrera larga y silenciosa
que por su recorrido,
siempre anda sola.
Sola de día, sola de noche,
pues ella no sube nunca en ningún coche.
a la alborada
allí la espero atenta con mi mirada,
y en mi ventana
allí me quedo ausente para observarla.
Yo, enamorada sólo por verla
me quedo atenta y emocionada
y ella, agradecida,
me refleja sus rayos con alegría.
Así es la vida,
que hasta los rayos lunares
tienen hoy vida.
Vida muy larga y muy serena
que con su recorrido
hacen carrera.
Carrera larga y silenciosa
que por su recorrido,
siempre anda sola.
Sola de día, sola de noche,
pues ella no sube nunca en ningún coche.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)