Cuando sale la luna
a la alborada
allí la espero atenta con mi mirada,
y en mi ventana
allí me quedo ausente para observarla.
Yo, enamorada sólo por verla
me quedo atenta y emocionada
y ella, agradecida,
me refleja sus rayos con alegría.
Así es la vida,
que hasta los rayos lunares
tienen hoy vida.
Vida muy larga y muy serena
que con su recorrido
hacen carrera.
Carrera larga y silenciosa
que por su recorrido,
siempre anda sola.
Sola de día, sola de noche,
pues ella no sube nunca en ningún coche.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario