lunes, 13 de julio de 2009

El vagón cuarto

Les voy a contar a ustedes
una historia que pasó
hace veinticinco años,
de ella me acuerdo yo.

Un matrimonio vivía
con sus tres hijos varón
estando todos felices
les vino la maldición.

Un día el hijo mayor
se fue por tierras lejanas
dispuesto a trabajar
aunque no de buena gana.

Tuvo sus dificultades
para poder empezar
y consiguió su trabajo
ganando poco jornal.

Con los gastos que él tenía
así no podía marchar
buscando otro trabajo
para que ganase más.

Se metió en la construcción
andando siempre en lo alto
pero un día se cayó
cuerpo y todo machacado.

Para no reconocerlo
cómo estaría el muchacho.

Han avisado a sus padres
ellos no pueden salir
y se ha ofrecido su hijo
a traérselo allí.

El segundo de los hijos
ha recogido los restos
y se vuelve hacia su casa
con mucha pena y silencio.

El tren sale de inmediato
y se dispone a subir,
y al echar el equipaje
el revisor le pregunta:
¿Qué es lo que lleva ahí?

No puede, se lo prohibo
no puede con él partir
tráigame un certificado
que eso es cierto
y entonces podrá salir.

El segundo de los hijos
ha llamado ya a su casa
y les cuenta lo ocurrido
pues se ponen ya de acuerdo.

Saldrá de Barcelona
el tercero de los hijos
llevando el certificado
de que es cierto lo ocurrido.

Los dos hermanos se encuentran
ya han hecho lo prometido
y regresan a su casa
en el vagón cuarto o quinto.

En una bifurcación
el tren se vio detenido
con mucha aglomeración
muchas voces, muchos gritos.

El vagón cuarto o quinto
es donde viajan lo hermanos
que sus padres esperan
desconsolados y afligidos.

Los vagones cuarto y quinto
están aplastados,
retorcidos los hierros,
y los cuerpos sin vida
todos ellos muy ensangrentados.

Para ellos ya no hay vida
sus padres se quedaron
horrorizados al ver que sus hijos
se habían ido para siempre
y en silencio;
que Dios les proteja
a estos padres afligidos.

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